Y llegó la noche en Duende, ese momento tan esperado lleno de ilusión, dudas, miedo a lo desconocido, pero a la vez tan deseado, donde la imaginación a lo que ocurriría no tenía límites.
La ayuda de nuestro amigo el duende Pototo hizo que todo fuera más fácil, mágico y sus sueños cobrasen vida.
Y así fue, una experiencia única que les hace crecer en compañía de los demás.
Dos días intensos inmersos en el proyecto de conocer la ciudad, callejeando por Granada, viviéndola con catalejo en mano, poniendo la mirada en lo cercano, objetos, líneas y símbolos que amplían la visión de cómo era y es la ciudad.
Ciudad llena de arte y con rincones de historias fascinantes que Manuel Ángel nos invitó a descubrir en nuestra excursión por el Realejo, Alhambra, Mirador del Palacio de los Aljibes y Barranco de abogado con su cuesta de “la culeta”.
Fuimos artistas en el Museo J. Guerrero volviéndonos a emocionar con “La Brecha” y conociendo nuevas técnicas y pintores como Esteban Vicente.
Miramos e interpretamos en la casa de los Tiros cómo ha evolucionado la ciudad aprendiendo sus tradiciones.
Jugamos a ser alumnos y alumnas de arquitectura en la facultad…
Hemos mirado, tocado, olido y degustado a cada paso, ¿y todavía se sigue pensando que dónde se aprende es en pupitre y silla?
Y lo mejor estaba por llegar, agotados pero felices entramos a Duende y nos metimos en la máquina del tiempo… volvimos a cantar “pon gallinita pon”, a pensar como éramos en la clase del Sol, a jugar con los materiales de las bandejas en el Limonero, a descubrir de nuevo el altillo de la Cueva y a volver a recordar cómo fue nuestro primer encuentro en el Bosque amenizado por la canción “Aní Kuni” que al recordarla volvió ese momento mágico que sólo la máquina del tiempo nos hizo vivir.
Se hizo de noche y las luces de las linternas no se hicieron esperar para buscar a quien cuida y protege los sueños, el duende Pototo.
Nos complicó su búsqueda con pistas y adivinanzas.
Como siempre acudió a su cita, afónico, pero acudió y preciosas palabras y regalos nos dejó.
Con la emoción del momento bajamos a cenar y Nacho y Ángel nos mimaron con una rica cena amenizada con el gran mago Pepino Pepinacus.
Nos fuimos a dormir y junto a nuestros colchones en la Cueva estaban la camita de Pototo, su mochila, manta, cepillo de dientes…ya nada nos podía pasar y acurrucados el sueño nos invadió y soñando, soñando más de uno y una soñó en los ricos churros con chocolate que al día siguiente nos esperaban para coger energía para otra jornada interesante por descubrir.
Gracias al equipo de escuela que hace que esto sea posible, a Marta por su gran ayuda y a las familias de la Jirafa por depositar en mi toda la confianza que te da la seguridad para embarcarte en estas maravillosas experiencias.
Gracias a mis “Jirafas” que con su ilusión consiguieron que volviera a ser niña otra vez.
MºTrinidad Molina Martos
Feliz y orgulloso de participar y vivir desde dentro estas extraordinarias experiencias con lo más importante de Las Escuelas… los realmente protagonistas de la noche mágica en Duende… Vuestros niños y niñas.
Parece que fue ayer cuando era yo el papá que dejaba a mi enano su primera noche fuera de casa (Curro cumple 16 añazos próximamente )
Un abrazo y espero poder aportar mi granito de arena, disfrutar y hacer disfrutar de muchas Noches en Duende.
Nacho Marín