TECNOLOGÍA E INFANCIA
14 de enero de 2021
A este espacio de reflexión asistimos unas seis familias y Alicia, la psicóloga de la fundación. Tras presentarnos, comenzamos nuestra conversación a partir de la lectura del artículo “Los ‘nativos digitales’ son los primeros niños con un coeficiente intelectual menor que el de sus padres”, sobre el libro “La fábrica de cretinos digitales: los peligros de las pantallas para nuestros hijos”, del neurocientífico francés Michel Desmurget, que ofrece una perspectiva crítica y cuestiona la enorme exposición de las nuevas generaciones a las pantallas y a la tecnología recreativa y aporta datos sobre los efectos nocivos que esto tiene en el desarrollo cerebral y en la inteligencia.
Un cuestionamiento importante son las horas de exposición de los niños y niñas. Como dato, el autor informa de que hoy en día, a los 2 años de edad, la media de horas de exposición a pantallas es de 3 horas diarias el número de horas de exposición y esto va aumentando cada año hasta llegar a unas 7 horas de media al día para los niños y niñas de 8 años.
Muy al contrario de estas tendencias, el autor recomienda que, por debajo de los 6 años lo ideal es no tener nada de pantallas (lo cual no significa que no podamos ver unos dibujos animados o una peli con nuestros hijos alguna vez) y, a partir de los 6 años, la exposición debe ser de una media hora o máximo una hora al día.
Partiendo de estas ideas previas que plantea Michel Desmurget en su libro y su artículo, abrimos la conversación a la participación de las familias y sus aportaciones. Estos son los temas y cuestiones que surgen:
- Hay pantallas y pantallas: el enfoque a la hora de exponer a nuestros hijos e hijas a una pantalla puede ser muy diferente. Por ejemplo, podemos acompañar a nuestros hijos/as mientras ven los dibujos e ir planteando preguntas sobre la historia e interactuando con ellos, generando una conversación al respecto. De esta forma no se “atontan” y deja de ser una experiencia individual para ser algo compartido, que se hace en compañía, un momento en el que se cuentan historias y se habla sobre ellas. Un grave problema suele ser que cuando los niños/as ven la tele, no realizan ninguna acción activamente, solo “consumen” pasivamente.
- Una preocupación es que los niños y niñas puedan acceder a tanto contenido diferente desde muy temprana edad, y ese contenido escapa al control de las familias muy rápidamente. Es, por tanto, esencial que vayan aprendiendo (con nuestra ayuda) a discernir el contenido fiable del que no lo es para que, cuando llegue el momento, sean más capaces de seleccionar el contenido de forma más autónoma.
- Por otro lado, surge el dilema de que pretender criarlos/las sin acceso alguno a las pantallas, cuando nosotros mismos manejamos el teléfono móvil constantemente ya que lo usamos para comunicarnos, trabajar, informarnos… Al final, ese es el ejemplo que reciben y, por tanto, todo depende del uso que hagamos las familias de las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
- Está claro que, a nivel general, hay un abuso extremo de pantallas y tecnología y desde edades muy tempranas. A nivel cognitivo y de estimulación es contraproducente, por ejemplo: es común ver bebés en carritos por la calle con una tablet y esto supone una sobrecarga ya que para un bebé ir por la calle es ya una gran cantidad de experiencias sensoriales, que además se está perdiendo si va con una tablet.
- Prohibir y solo prohibir al final nunca es la solución. Se trataría más bien de restringir y hacer un uso responsable de móviles y pantallas y explicar el porqué de lo que hacemos, es decir, hablarlo con ellos/as. Además, cuando prohibimos algo a nuestros hijos e hijas, esto se convierte automáticamente en algo más deseable. También, cuando prohibimos, inhibimos el desarrollo de la habilidad de autorregulación.
- Debemos también tener en cuenta que hoy en día ha cambiado el concepto de privacidad de nuestros hijos en las redes sociales y sabemos que existen peligros derivados de esto. La cuestión es, por tanto, cómo enseñamos a utilizar a los niños y niñas estas herramientas adecuadamente.
- Una clave fundamental es compartir con ellos los momentos de pantalla, explicarles nuestras decisiones o usos y generar una conversación en torno a ello.
- Tb tiene un elemento adictivo y desarrollamos dependencia fácilmente. Art dice que hay poca información sobre el efecto que tienen las pantallas y las empresas tecnológicas se encargan de decirnos que es bueno e incluso beneficioso.
- ¿A qué edad vemos que va siendo habitual dar teléfono con datos a los niños? Se está normalizando que los niños y niñas tengan teléfono a partir de 8 o 9 años.. Algunas familias, sin embargo, les dan un teléfono muy básico solo para llamadas de necesidad cuando los niños empiezan a salir solos o a ir solos al cole.
- Otra clave es la norma que haya en cada casa con respecto al uso de tecnología. A veces usamos un vídeo de 10 minutos porque los adultos necesitamos ese momento, y después simplemente retomamos nuestras actividades con los niños/as y tampoco pasa nada, es decir, no se trata de demonizar las pantallas si no de usarlas conscientemente y sacar lo positivo que nos pueden ofrecer. Por ejemplo, tenemos suerte de que nuestros hijos e hijas puedan acceder a vídeos reales de animales en Youtube, disfrutarlos y aprender de ellos.
- Debemos tener cuidado si los dejamos solos porque los contenidos recreativos que son de fácil acceso son o muy simples o muy violentos. Por otro lado, efectivamente hay muchísimos recursos audiovisuales maravillosos, pero hay que asegurarse de buscarlos cuidadosamente y decidir a qué accedemos.
- Atención también a la hora de usar la tecnología como motivación, premio o promesa para que el niño/a coma mejor o antes de irse a la cama. Este tipo de usos interfiere gravemente en la autorregulación de procesos básicos como el sueño o el comer.
- Efectos nocivos claramente identificados (según el artículo): “disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal (maduración anatómica), influye en la maduración cerebral”.
- El confinamiento propició un mayor uso de las tecnologías en las familias. En algún caso resultó curioso que al principio el niño no quería hablar con la abuela por videollamada “porque no está aquí”, decía. Luego se fue normalizando la situación y ahora sus afectos están ligados a la pantalla. Incluso niños/as nacidos en el confinamiento solo han conocido a familiares a través de pantallas: ¿cómo reaccionarán cuando los vean en la realidad?
Conclusiones:
- El tiempo de exposición sin duda es un factor determinante que debemos controlar, no tanto desde la prohibición sino desde el proporcionarles otras opciones de entretenimiento participativas (salir a la calle, al parque, cocinar, jugar, etc.). Puesto que ya van a tener una amplia exposición a las pantallas en otros ámbitos de su vida que no podremos controlar, lo ideal es limitar esa exposición al máximo en casa, en nuestro entorno. Precisamente porque ya hay muchas pantallas en su vida, la transición a usar más activamente la tecnología (después de los 6 años) no va a ser dramática.
- Es fundamental generar normas claras y definidas en el hogar y, paralelamente, generar y mantener abierta una conversación sobre el tema: si simplemente prohibimos la tele o las tecnologías, ya no habrá conversación al respecto y no nos harán partícipes de las experiencias o dudas que vayan teniendo (ya que lo verán como algo prohibido, como puede pasar con el sexo también, por ejemplo). Se trata, por tanto, de mantener el canal de comunicación abierto, generar el espacio para hablar y debatir: necesitan que se les diga que las pantallas recreativas dañan el cerebro, perjudican el sueño, interfieren con la adquisición del lenguaje, debilitan el rendimiento académico, perjudican la concentración, aumentan el riesgo de obesidad, etc. De hecho, algunos estudios han demostrado que es más fácil para niños y adolescentes seguir las reglas sobre las pantallas cuando se les explican y se discute con ellos su razón de ser.
Próximo espacio de reflexión:
Sobre la gestión de emociones: ¡tanto de niños como de adultos! – Esto está muy ligado a cuáles son nuestras expectativas con respecto a lo que pueden y no pueden lograr hacer en distintos momentos/etapas de su desarrollo.
Nos reuniremos a través de la plataforma zoom.
Cuando sepamos fecha y hora os avisaremos
Un abrazo.
AFA Duende y Alicia – Psicóloga Fundación GranadaEduca
Quiero participar en el espacio de reflexión: